Historia del Duomo de Milán (Catedral de Milán)

Exploremos la fascinante historia del Duomo de Milán: desde sus orígenes medievales hasta convertirse en el símbolo que conocemos hoy, pasando por los siglos de construcción necesarios para completar esta maravilla de la arquitectura gótica italiana.

Si alguna vez te has preguntado qué es el Duomo de Milán, déjame decirte que estás ante una de las catedrales góticas más impresionantes del mundo y una de las principales razones por las que Milán es un destino turístico tan atractivo. La Catedral de Milán y su historia representan perfectamente el alma religiosa y arquitectónica de la ciudad. Podríamos decir que es el espejo de su identidad.

Picture of the Duomo of Milan

Cronología del Duomo de Milán

Durante el siglo XV, la construcción del Duomo de Milán progresó notablemente. La estructura de la catedral creció y empezó a formarse la detallada fachada con sus agujas y estatuas. Famosos artistas y arquitectos como Leonardo da Vinci, Andrea Pisano, Arnolfo di Cambio, Filippo Brunelleschi y Giotto aportaron ideas al diseño, haciendo que el Duomo fuera aún más rico artísticamente. En 1762, la estatua dorada de la Virgen María, conocida como la Madonnina, se colocó en lo alto de la aguja principal. Esto marcó la finalización del exterior de la catedral.

El Duomo de Milán es un impresionante ejemplo de arquitectura gótica y tiene una larga historia que se extiende a lo largo de muchos siglos.

  1. 1386: Comienza la construcción del Duomo de Milán, dirigida por Gian Galeazzo Visconti, duque de Milán. El objetivo era construir una gran catedral que fuera un hito religioso clave en la ciudad.
  2. 1762: Se coloca una estatua dorada de la Virgen María, llamada la Madonnina, en lo alto de la aguja principal. Simboliza la finalización del exterior de la catedral.
  3. 1805: Napoleón Bonaparte es coronado rey de Italia en el Duomo de Milán. Este acontecimiento supone un nuevo impulso para terminar la catedral, y la influencia de Napoleón ayuda a completar la fachada.
  4. 1965: El Duomo de Milán se completa oficialmente, marcando un hito significativo en su larga historia.
  5. Siglo XX: El Duomo pasa por muchos proyectos de restauración para reparar los daños causados por el clima y la contaminación. Estos esfuerzos pretenden mantener en buen estado la detallada arquitectura de la catedral.
  6. Siglo XXI: La restauración y el mantenimiento siguen garantizando que el Duomo de Milán se mantenga en excelentes condiciones. Este trabajo continuo ayuda a preservar la belleza de la catedral para que la disfruten las generaciones futuras.

¿Cuándo se construyó el Duomo de Milán?

La construcción del Duomo de Milán comenzó en 1386, cuando el arzobispo Antonio da Saluzzo y el señor de Milán, Gian Galeazzo Visconti, decidieron construir una catedral que superara en grandeza a cualquier otra de la época. Sin embargo, responder a cuándo se terminó es mucho más complejo, ya que las obras se prolongaron durante casi seis siglos y se completaron por etapas.

La fachada principal no se terminó hasta 1813, por orden de Napoleón Bonaparte, que quería ser coronado rey de Italia en una catedral terminada que simbolizara su poder. Pero incluso después de esto, las obras continuaron: la última puerta de bronce se instaló en 1965. Sí, estamos hablando de casi 600 años después de que comenzara la construcción.

Así pues, si te preguntas cuántos años tiene el Duomo de Milán, la respuesta depende de la parte que mires: el edificio tiene más de 635 años de historia desde sus primeros cimientos, aunque técnicamente no se consideró completamente terminado hasta mediados del siglo XX.

¿Qué puedes explorar?

El interior de la catedral es sencillamente impresionante. Cuando cruces las puertas, levanta la vista hacia las 52 columnas monumentales que sostienen las bóvedas y déjate envolver por la luz filtrada a través de las vidrieras. No te pierdas la Cripta de San Carlo Borromeo, situada bajo el altar mayor, donde descansan los restos de uno de los santos más venerados de Milán. También podrás acceder al Tesoro del Duomo, una colección de objetos litúrgicos de valor incalculable que incluye relicarios medievales y ornamentos sagrados.

Por otro lado, las terrazas panorámicas son, sin duda, una de las experiencias más memorables que puedes vivir en Milán. Puedes subir por las escaleras (si te animas a subir los 250 escalones) o en ascensor hasta las terrazas, desde donde tendrás vistas de 360° sobre Milán. Recuerda que para ello necesitarás un ticket de acceso. Una vez arriba, caminarás literalmente entre agujas y estatuas góticas, con más de 3.400 figuras de mármol que vigilan la ciudad a tu alrededor. En los días despejados, la vista es increíble, e incluso te permite divisar los Alpes.

En cuanto al Museo del Duomo, situado en el Palacio Real frente a la catedral, alberga una impresionante colección de esculturas originales, tapices, vidrieras y maquetas que documentan la construcción del templo. Es una parada imprescindible si quieres comprender los detalles artísticos y las técnicas empleadas a lo largo de los siglos.

Para los amantes de la historia antigua, la zona arqueológica ayuda a comprender los orígenes cristianos de Milán. Bajo la actual catedral se encuentran los restos del Baptisterio de San Juan (siglo IV) y la antigua basílica de Santa Tecla, donde San Ambrosio bautizó a San Agustín en el año 387.

Por último, muchos turistas pasan por alto la Iglesia de San Gottardo in Corte, unida al complejo del Duomo. Este pequeño templo del siglo XIV, con su elegante campanario octogonal, fue la capilla privada de los Señores de Milán y conserva frescos de gran valor histórico.

Nuestra recomendación para una visita óptima: Empieza por el interior y la cripta para comprender la dimensión espiritual del lugar, continúa por las terrazas para disfrutar de las vistas (preferiblemente al atardecer) y termina en el museo para profundizar en los detalles que acabas de ver. Reserva al menos 3-4 horas si quieres vivir la experiencia con calma y sin prisas.

Arquitecto responsable de la Catedral de Milán

A ground-level, wide-angle view of the white marble facade of the Duomo di Milano, showcasing its intricate Gothic details, numerous statues, and soaring spires under a clear sky

He aquí algo que no todo el mundo sabe: no hay un único arquitecto del Duomo de Milán. A diferencia de otras grandes catedrales europeas asociadas a un nombre concreto, la construcción del Duomo fue un proyecto colectivo en el que participaron docenas de arquitectos, ingenieros y maestros de obras a lo largo de casi seis siglos.

El proyecto inicial de 1386 estuvo bajo la dirección de Simone da Orsenigo, el primer ingeniero jefe, que estableció las bases del diseño gótico lombardo. Sin embargo, pronto surgieron debates sobre cómo debía continuar la obra, lo que llevó a contratar a arquitectos franceses y alemanes especializados en el gótico internacional, como Nicolas de Bonaventure y Jean Mignot.

Estos últimos, llegados de París en 1399, protagonizaron intensos debates técnicos con los maestros lombardos sobre la estabilidad estructural del edificio. De hecho, los arquitectos extranjeros pusieron en duda que la catedral pudiera soportar su propio peso, generando uno de los primeros debates arquitectónicos documentados de la historia.

Mirando la historia con perspectiva, vemos que en la construcción participaron figuras como Filippino degli Organi, Giovanni Antonio Amadeo (que trabajó en el tiburio), Pellegrino Tibaldi en el siglo XVI, y más tarde Carlo Buzzi y Francesco Maria Richini en el XVII. La fachada neoclásica fue terminada finalmente por Giuseppe Zanoja y Carlo Amati bajo supervisión napoleónica a principios del siglo XIX.

Así que cuando alguien te pregunte quién construyó el Duomo de Milán, la respuesta correcta sería: generaciones enteras de arquitectos, escultores y artesanos que convirtieron esta catedral en un auténtico proyecto multigeneracional en el que cada época dejó su huella.

¿Cuál es el estilo arquitectónico del Duomo?

El Duomo de Milán es un ejemplo excepcional de arquitectura gótica, pero con un giro muy particular. Mientras que el gótico francés se caracteriza por su extrema verticalidad y austeridad estructural, el gótico lombardo del Duomo incorpora una profusión decorativa que lo hace único.

La catedral combina elementos del gótico internacional con influencias renacentistas y neoclásicas, especialmente visibles en la fachada principal. Esta mezcla de estilos arquitectónicos refleja los siglos de construcción: lo que comenzó como un proyecto gótico puro en el siglo XIV evolucionó según las tendencias de cada época.

Las características góticas más evidentes son los arbotantes exteriores, las bóvedas de crucería que distribuyen el peso hacia las columnas y las agujas verticales que parecen desafiar la gravedad. Sin embargo, también encontrarás elementos renacentistas en algunas capillas laterales y, por supuesto, una clara influencia neoclásica en la fachada, terminada bajo el gusto napoleónico del siglo XIX.

Lo fascinante es que, a pesar de esta mezcla, el Duomo mantiene una sorprendente coherencia visual. El mármol blanco rosado que cubre toda la estructura actúa como un hilo conductor que unifica los distintos estilos en una única visión arquitectónica monumental.

El mármol rosa de Candoglia

Uno de los elementos más distintivos del Duomo es su mármol rosa y blanco de Candoglia, extraído de canteras situadas cerca del lago Mayor, a unos 100 kilómetros de Milán. Este material no fue una elección casual, ya que Gian Galeazzo Visconti concedió en 1387 el uso exclusivo y perpetuo de estas canteras para la construcción de la catedral, privilegio que continúa hasta nuestros días.

En aquella época, el mármol se transportaba originalmente a través del Naviglio Grande, el sistema de canales que unía las canteras con Milán, en barcazas marcadas con las iniciales «AUF»(Ad Usum Fabricae, «Para uso de la Fábrica»), lo que les concedía la exención de impuestos. Esta misma expresión dio origen a la expresión milanesa «a ufo», que significa «gratis».

Es importante destacar la aportación estética de este mármol: su tono rosáceo confiere al Duomo una calidez única entre las catedrales góticas europeas, que suelen estar construidas en piedra gris apagada. Además, este material tiene la peculiaridad de cambiar ligeramente de color según la luz del día, lo que significa que al amanecer y al atardecer, la catedral parece brillar con tonos dorados y rojizos, creando un espectáculo visual inolvidable.

Incluso hoy, los trabajos de restauración y mantenimiento siguen utilizando exclusivamente mármol de las mismas canteras de Candoglia, lo que garantiza la continuidad estética de este monumento a lo largo de los siglos. Lo cual tiene un aspecto reconfortante: la esencia del Duomo no se pierde con el tiempo, sino que se renueva.

Agujas, pináculos y arbotantes

La silueta del Duomo de Milán es inconfundible, y eso se debe principalmente a su «bosque de mármol»: más de 135 agujas y pináculos que se elevan hacia el cielo como una corona de piedra. Cada aguja está coronada por una estatua, creando un paisaje escultórico que te rodea cuando caminas por las terrazas.

Los arbotantes son elementos estructurales de la arquitectura gótica que cumplen una función crucial: transmiten el peso de las bóvedas interiores hacia el exterior del edificio, permitiendo muros más delgados y ventanas más grandes. En el Duomo, estos arbotantes están profusamente decorados con esculturas, convirtiéndose en piezas artísticas por derecho propio.

La aguja más alta, el tiburio central, alcanza 108,5 metros de altura y se terminó en 1774. En su cúspide se alza la famosa Madonnina, la estatua dorada de la Virgen María que se ha convertido en el símbolo por excelencia de Milán. Desde 1774 hasta mediados del siglo XX, hubo una ley no escrita que prohibía construir estructuras más altas que la Madonnina, para mantenerla como el punto más alto de la ciudad.

Lo verdaderamente impresionante es que cada aguja, cada pináculo, está elaborado con el mismo nivel de detalle escultórico, incluso en las partes que no son visibles desde el suelo. Esto refleja la filosofía medieval de que la perfección arquitectónica debía ser absoluta, ya que estaba dirigida no sólo a los ojos humanos, sino también a los de Dios.

La fachada neoclásica y las puertas de bronce

La fachada principal del Duomo es probablemente su elemento más controvertido desde el punto de vista arquitectónico. Mientras que el resto del edificio es gótico con una decoración exuberante, la fachada presenta unas líneas neoclásicas mucho más sobrias, fruto de la intervención napoleónica del siglo XIX.

Durante siglos, la fachada permaneció inacabada, parcialmente cubierta de ladrillos y elementos provisionales. Hasta que no apareció Napoleón Bonaparte, deseoso de ser coronado rey de Italia en 1805, no se procedió a su urgente finalización. A veces basta con alinear los incentivos con quienes tienen los recursos.

Los arquitectos Giuseppe Zanoja y más tarde Carlo Amati diseñaron una fachada que, respetando la estructura gótica subyacente, incorpora elementos neoclásicos como frontones triangulares y una composición más simétrica y ordenada.

Las cinco puertas de bronce que dan acceso a las naves interiores son relativamente modernas. La más antigua data de 1840, pero la mayoría se instalaron en el siglo XX:

  • La puerta central (1906) representa la vida de la Virgen María
  • La puerta sur (1950) narra episodios de San Ambrosio
  • La última puerta, instalada en 1965, representa la propia historia de la catedral

Cada puerta es una obra de arte en sí misma, con relieves que narran episodios bíblicos e históricos. Los paneles de bronce contrastan maravillosamente con el mármol rosa de la fachada, y el detalle de las escenas es tal que merece una atenta observación antes de entrar.

Aunque algunos puristas critican que la fachada neoclásica rompe la unidad gótica del conjunto, lo cierto es que añade otra capa histórica a este palimpsesto arquitectónico que es el Duomo: un edificio que, como la propia Milán, ha sabido evolucionar sin perder su esencia.

¿Cómo es el interior del Duomo?

Cuando entres en el Duomo, lo primero que sentirás es la inmensa vastedad del espacio. La catedral tiene planta de cruz latina con cinco naves: una nave central flanqueada por dos naves laterales a cada lado. Esta estructura es inusual, ya que la mayoría de las catedrales góticas tienen tres naves; el Duomo eligió cinco para ampliar la capacidad del templo, que puede albergar hasta 40.000 personas.

  • La nave central mide 148 metros de largo y alcanza una altura de 45 metros en su punto más alto, creando esa característica sensación gótica de verticalidad. El espacio está sostenido por 52 columnas monumentales, cada una de 24 metros de altura, que representan las 52 semanas del año según el simbolismo medieval.
  • El transepto (la nave transversal que forma los brazos de la cruz) es igualmente impresionante, pues mide 92 metros de ancho. En el cruce entre la nave central y el transepto se alza el tiburio octogonal, una estructura de 65 metros que permite la entrada de luz cenital y que fue uno de los mayores retos constructivos de la catedral.
  • Las bóvedas de crucería que cubren las naves distribuyen eficazmente el peso hacia las columnas, lo que permite que los muros laterales sean menos macizos y alberguen las 55 vidrieras monumentales, algunas de las cuales datan del siglo XV. La luz que penetra por estas vidrieras crea una atmósfera mística, con tonos que cambian según la hora del día.
  • El suelo está cubierto de losas de mármol dispuestas en patrones geométricos, y en la nave central encontrarás una línea meridiana de bronce que marca el mediodía solar, instalada en 1786 por astrónomos milaneses para ajustar los relojes de la ciudad.
  • El altar mayor, bajo el tiburio, está rodeado por un presbiterio elevado al que se accede por unas escaleras. Tras él se encuentra el coro, con asientos tallados en madera de nogal del siglo XVI. No te pierdas el órgano monumental, con más de 15.000 tubos, considerado uno de los mayores de Italia.

Recorrer el interior del Duomo es como atravesar un tratado de geometría sagrada hecho piedra: cada proporción, cada elemento arquitectónico tiene un significado simbólico que los constructores medievales diseñaron meticulosamente para elevar el espíritu humano hacia lo divino.

¿Cuántas esculturas hay y cómo son?

Aerial view of Milan Cathedral, showing its detailed Gothic marble pinnacles and the golden statue of the Madonnina at the top, with the city in the background

El Duomo de Milán es, ante todo, una galería de esculturas al aire libre: alberga más de 3.400 estatuas, entre figuras de mármol, santos, gárgolas, monstruos y elementos decorativos. Es la mayor colección escultórica de cualquier edificio del mundo. He aquí algunas de las más significativas:

La Madonnina

La Madonnina es, sin duda, la escultura más emblemática del Duomo y de todo Milán. Coronando la aguja más alta, a 108,5 metros de altura, esta estatua de la Virgen María mide 4,16 metros y fue creada en 1774 por el escultor Giuseppe Perego.

Está hecha de cobre dorado, y su brillo es visible desde varios puntos de la ciudad. La Madonnina tiene una mano levantada en gesto de bendición hacia Milán, y durante siglos fue el punto más alto de la ciudad. Los milaneses la veneran como protectora de la ciudad, y existe la tradición de que ningún edificio supere su altura (aunque los rascacielos modernos han incumplido esta norma, muchos colocan pequeñas réplicas de la Madonnina en sus tejados como compensación simbólica).

San Bartolomé Desollado

Una de las esculturas más llamativas del interior es San Bartolomé Desollado (1562), obra de Marco d’Agrate. Esta estatua de mármol representa al santo mártir después de su martirio: desollado, con la piel colgando sobre los hombros como si fuera un manto.

El nivel de detalle anatómico es a la vez inquietante y magistral: puedes distinguir músculos, tendones y venas con precisión quirúrgica. El escultor estaba tan orgulloso de su obra que grabó en la base: «Non me Praxiteles sed Marc finxit Agrat» («No me hizo Praxíteles, sino Marco de Agrato»), comparándose con el famoso escultor griego. Es una de las piezas más fotografiadas del interior por su crudeza realista.

La Estatua de la Libertad (Legge Nuova)

En la fachada principal, sobre la puerta central, se alza una estatua conocida como «Legge Nuova» (Ley Nueva), creada en 1810 por Camillo Pacetti. Esta figura femenina porta una lanza con gorro frigio, símbolo de la libertad, y fue encargada durante la ocupación napoleónica. Lo fascinante es que esta escultura inspiró en parte a Frédéric Auguste Bartholdi cuando diseñó la Estatua de la Libertad de Nueva York. Aunque no es una copia directa, hay similitudes conceptuales en la representación alegórica de la libertad como figura femenina con símbolos republicanos.

San Carlos Borromeo

La estatua de San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán y uno de los santos más venerados de la ciudad, aparece en varios lugares del Duomo. La más notable se encuentra en el exterior, cerca de la cripta donde descansan sus restos.

Borromeo fue fundamental para la Contrarreforma católica del siglo XVI y se le recuerda especialmente por su labor durante la peste de 1576, cuando permaneció en Milán atendiendo a los enfermos mientras otros huían. Su austera figura, generalmente representada con vestiduras cardenalicias y un libro, simboliza la devoción y el sacrificio.

El Gigante (Estatua de San Cristóbal)

En el interior, cerca del transepto sur, se alza una impresionante estatua de San Cristóbal que los milaneses llaman cariñosamente «El Gigante» por sus dimensiones monumentales. Esta escultura del siglo XV representa al santo patrón de los viajeros llevando sobre sus hombros al niño Jesús mientras cruza un río. La figura mide varios metros y está tallada en un solo bloque de mármol de Candoglia. Según la tradición medieval, quien mirara una imagen de San Cristóbal al comienzo del día estaría protegido de la muerte súbita, por lo que su ubicación cerca de la entrada era estratégica para los fieles que accedían a la catedral.

Las gárgolas y las quimeras

Aunque técnicamente no son estatuas propiamente dichas, las gárgolas y quimeras del Duomo merecen una mención especial. Hay cientos de estas figuras grotescas y fantásticas: dragones, leones alados, demonios, criaturas híbridas que desafían cualquier clasificación zoológica.

Desde las terrazas puedes verlas de cerca y apreciar la imaginación desenfrenada de los escultores medievales. Algunas tienen una función práctica como desagües (las verdaderas gárgolas), mientras que otras son puramente decorativas. Se cree que estas figuras monstruosas tenían una finalidad apotropaica: ahuyentar a los malos espíritus y proteger el espacio sagrado.

Sobre la Plaza del Duomo

La plaza del Duomo no es sólo el corazón geográfico de Milán, sino su epicentro histórico, cultural y social. Esta plaza rectangular, de unos 17.000 metros cuadrados, ha sido testigo de proclamaciones imperiales, manifestaciones políticas, celebraciones religiosas y, en la actualidad, del bullicio diario de millones de visitantes que se detienen aquí cada año para admirar la catedral.

La configuración actual de la plaza es relativamente moderna. Aunque el espacio existe desde la Edad Media, fue Giuseppe Mengoni quien, entre 1865 y 1877, le dio su forma definitiva, demoliendo el tejido medieval que la rodeaba para crear un espacio abierto y monumental. El pavimento de mármol blanco de Candoglia (el mismo que el de la catedral) se instaló en 1865 y sustituyó a los antiguos adoquines.

El edificio más notable, además del Duomo, es la Galería Vittorio Emanuele II, situada en el lado norte de la plaza. Esta galería comercial de hierro y cristal, también diseñada por Mengoni, está considerada uno de los primeros centros comerciales del mundo y conecta la plaza del Duomo con la plaza de la Scala. Su monumental entrada, con un arco triunfal de 47 metros de altura, dialoga arquitectónicamente con la fachada de la catedral.

En el centro de la plaza se alza la estatua ecuestre de Víctor Manuel II, primer rey de la Italia unificada, inaugurada en 1896. Esta escultura de bronce sobre un pedestal de granito es uno de los puntos de encuentro más populares de Milán.

El Palacio Real (Palazzo Reale), situado en el lado sur, fue la residencia de los gobernantes milaneses desde la Edad Media hasta el siglo XIX. Hoy alberga el Museo del Duomo y acoge importantes exposiciones temporales de arte. Su fachada neoclásica, obra de Giuseppe Piermarini, complementa la arquitectura de la plaza.

La plaza es también escenario de importantes acontecimientos: aquí se celebran conciertos gratuitos (como el tradicional concierto de Año Nuevo), celebraciones deportivas (sobre todo cuando los equipos de Milán ganan títulos), e incluso desfiles de moda durante la Semana de la Moda.

Un detalle curioso: bajo la plaza se extiende una red de galerías subterráneas y refugios antiaéreos de la II Guerra Mundial, algunos de los cuales pueden visitarse en visitas especiales. La estación de metro «Duomo», una de las más concurridas de la ciudad, también se encuentra aquí.

Para los milaneses, la plaza del Duomo es simplemente «il centro» (el centro), el punto de referencia absoluto desde el que se miden las distancias y se organizan los encuentros. Es donde late el corazón de Milán, donde conviven turistas asombrados, palomas impertinentes, vendedores ambulantes y milaneses que se apresuran a trabajar, todo ello bajo la eterna mirada de la Madonnina.

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Horario del Duomo de Milán

La catedral principal y la zona arqueológica están abiertas todos los días de 9.00 a 18.00 horas. El horario de apertura del Duomo de Milán es el mismo…

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